Joven

Joven
“Que nadie te menosprecie por tu juventud. Trata de ser el modelo para los creyentes por tu manera de hablar, tu conducta, tu amor, tu fe y tu vida irreprochable”. 1 Tim 4, 12

lunes, 23 de enero de 2012


Habí­a una vez, algún lugar que podrí­a ser cualquier lugar, y en un tiempo que podrí­a ser cualquier tiempo, un hermoso jardí­n, con manzanos, naranjos, perales y bellí­simos rosales, todos ellos felices y satisfechos.
Todo era alegrí­a en el jardí­n, excepto por un árbol profundamente triste. El pobre tení­a un problema: “No sabí­a quién era.”
Lo que le faltaba era concentración, le decí­a el manzano, si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. “¿Ves que fácil es?” No lo escuches, exigí­a el rosal. Es más sencillo tener rosas y “¿Ves que bellas son?” Y el árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerí­an, y como no lograba ser como los demás, se sentí­a cada vez más frustrado.
Un dí­a llegó hasta el jardí­n el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamó: No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchí­simos seres sobre la tierra. Yo te daré la solución:
“No dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas…Sé lo que Dios quiere que seas, y para lograrlo, escúchalo.”
Y dicho esto, el búho desapareció.
¿Lo que Dios quiere que sea…? Se preguntaba el árbol desesperado, cuándo de pronto, comprendió… Y cerrando los ojos y los oí­dos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar:
“Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje… Tienes una misión “Cúmplela”.
Y el árbol se sintió fuerte y seguro y se dispuso a ser todo aquello para lo cual habí­a sido creado. Así­, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos.
Y sólo entonces el jardí­n fue completamente feliz.

2 comentarios:

  1. ¿Cuántos en la vida serán robles que no se permiten a sí mismos crecer? ¿Cuántos serán rosales que, por miedo al reto, sólo dan espinas? ¿Cuántos son manzanos que no saben dar fruto?

    En la vida, todos tenemos una misión que cumplir, está en nuestras manos el cumplirla o no. No permitamos que nada ni nadie nos impida conocer y compartir la maravillosa esencia de nuestro ser. Dios nos creó únicos. Somos especiales, nunca habrá otro como tú y como yo. Entonces, ¿Por qué querer se como alguien más? Se tú mismo y y acepta la verdadera identidad que tienes como hijo e hija de Dios.

    ¡NUNCA LO OLVIDES!

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  2. Bonita reflexión sobre la identidad. La identidad son aquellas cosas que somos, aquellas características que poseemos, aquellos criterios, pensamientos y cosas que sentimos o creemos. Quienes no saben quienes son, no pueden pretender que otros descubran quiénes son ellos. Primero hay que conocerse a sí mismo para aprender a amarse, a respetarse y a valorarse.

    Cuando conocemos nuestra identidad en Cristo, sabemos que independientemente de lo que muchas personas (que no nos conocen verdaderamente), puedan pensar de nosotros, somos creación de Dios. Y Dios, mi amado amigo y hermano, no hace porquerías. Dios se tomó tiempo en diseñar al primer hombre y la primera mujer sobre la faz de la tierra y aún se sigue tomando tiempo de entretejernos en el vientre de nuestras madres. Por eso es que me gusta tanto el salmista David y el salmo 139, ese salmo revela el cuidado de Dios sobre nosotros sus hijos, aún antes de nuestra concepción. Somos hechos a su imagen y conforme a su semejanza. A través de la Biblia podemos encontrar muchísimos textos hermosos en los que Dios nos habla, nos muestra y nos revela quienes somos nosotros para él y lo que podemos realizar cuando contamos con él en nuestras vidas.

    Si me preguntas qué hago escribiendo esto a esta hora de la madrugada, en vez de estar durmiendo. Te contestaré que no tengo la más mínima idea, y mas aún, porque este blog no lo leerá nadie, ya que solo es una prueba, pero solo sentí hacerlo y es lo que Dios me ha dado para compartir contigo. Él desea que yo te recuerde lo especial y valioso que eres, aunque te sientas débil. También desea que te recuerde que eres su vasija y que por ende NO HA TERMINADO DE TRABAJAR CONTIGO NI CONMIGO.

    Acepta tu identidad y tu misión y no tengas miedo. Confía en el Señor.

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